viernes, 6 de agosto de 2010

NUEVO ARTICULO DE JOSÉ MARÍA JERICÓ.

CUESTIÓN DE SENSIBILIDAD / Por José María JERICÓ.
José Bergamín, en su libro El arte de birlibirloque, escribe: «El entendimiento del toreo es, naturalmente consecuencia de una limpia y fina sensibilidad: porque el toreo es lo que hay que ver, cosa de ver, y de entender, por consiguiente: cosa, objeto de la percepción y el razonamiento. Sin sensibilidad o percepción sensible no hay entendimiento de ningún arte o juego».
ALICANTE. Viernes, 6 de Agosto de 2010
JOSÉ MARÍA JERICÓ. Dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua que «sensibilidad» es la «facultad de sentir, propia de los seres animados», o sea, cuando cualquier ser se ‘sensibiliza’ ante una acción o cosa, lo que le está sucediendo es que en él «se despiertan sentimientos morales o estéticos».
La sensibilidad de las personas varía dependiendo de los niveles sociológicos y culturales en los que se haya desarrollado. La sociedad española, hasta que llegó el despegue económico con los planes de desarrollo hacia la mitad del siglo pasado, era una sociedad cuya economía se basaba primordialmente en la agricultura y la ganadería. El ciudadano convivía más con todo lo que sucedía en el medio rural y asimilaba mejor todo aquello que le llegaba a través de viejas costumbres. Ahora no, ahora la sociedad es más urbanita y vive de espaldas a todo lo que nos llega del medio rural. A veces incluso con desconocimiento de cómo nacen, crecen, viven y mueren gran parte de nuestros alimentos básicos, sean de origen animal o vegetal. Esto pasa incluso en gran parte de los pueblos, donde la tradición rural se ha perdido y se vive más mirando al asfalto que al campo.
Con esto no es raro que las generaciones de las últimas décadas estén más en contra de tradiciones como la Fiesta de los Toros. La inmensa mayoría de los ciudadanos comen carne, pero ignoran como se crían, engordan y sacrifican los animales con los cuales nos nutrimos, dentro de lo que es y supone la ley básica de la subsistencia. Los vegetarianos no comen carne, parece ser que solo toman alimentos vegetales ignorando que estos también tienen vida, sienten y padecen tal y como se demostró en un estudio científico que se realizo hace algunos años para comprobar la sensibilidad de las plantas a distintos tipos de estímulos.
Los movimientos antitaurinos, todos o casi todos, con nombres y apellidos, nos insultan y vilipendian ignorando que, si no existiera la Fiesta de los Toros, el toro bravo no existiría, se habría extinguido. A ellos les hiere su sensibilidad la sangre derramada por el toro, pero curiosamente no la del hombre que se enfrenta a él, deseándole la muerte o alegrándose que le hiera, tal y como se ha podido comprobar con las últimas cogidas de José Tomás en México o Julio Aparicio en Madrid. Los mensajes que los antitaurinos colgaron en Internet eran poco menos que constitutivos de delito, al desear la muerte de un ser humano.
José Bergamín, en su libro El arte de birlibirloque, escribe: «El entendimiento del toreo es, naturalmente consecuencia de una limpia y fina sensibilidad: porque el toreo es lo que hay que ver, cosa de ver, y de entender, por consiguiente: cosa, objeto de la percepción y el razonamiento. Sin sensibilidad o percepción sensible no hay entendimiento de ningún arte o juego».
Su sensibilidad los define. A mí, tratándose de seres humanos, me cuesta hacerlo. Aún hoy, y espero que sea por mucho tiempo, siento un profundo respeto por las personas. Pero alguien debería de evitar los insultos e improperios con que nos regalan cada vez que entramos en las plazas de toros. Aunque solo sea por cuestión de sensibilidad.

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